viernes, 31 de mayo de 2013

CURAR EL GUIÓN DE VIDA: caminar hacia la flexibilidad, la espontaneidad y la conciencia de libertad

Richard Erskine

En tanto que psiquiatría social, el análisis transaccional ha puesto el acento sobre el aspecto comportamental de la curación. En este contexto, se definió como la ausencia de comportamientos ligados al guión. No obstante, en la mayoría de los casos, tal ausencia no acarrea por sí sola el cambio fundamental del guión de vida. La curación no es completa sin cambio intrapsíquico, es decir cognitivo y afectivo. Por otra parte, creo que la puesta en escena del guión se acompaña en todos los casos de una reacción fisiológica de inhibición. Constituye un tercer nivel en el que, para muchas personas, es igualmente necesario un cambio. Poco importa en este contexto el que esta puesta en escena resulte de una introyección, de una experiencia traumática o de una decisión de supervivencia. En resumen, nuestra perspectiva sobre la curación del guión engloba tres niveles de cambio: comportamental, intrapsíquico (afectivo y cognitivo) y fisiológico.

El guión

Antes de hablar de curar el guión, volvamos a la definición. Es un plan de vida, basado en decisiones tomadas por la persona en un estadio cualquiera de su desarrollo, que inhibe su espontaneidad y dificulta su flexibilidad en la manera de resolver los problemas y de vivir las relaciones. Estas decisiones se toman habitualmente en momentos en los que la persona está sometida a una fuerte presión, y en los que apenas tiene conciencia de otras opciones. Posteriormente, ellas influyen en las creencias de guión sobre sí mismo, los otros o la calidad de vida. Las creencias, unidas a los sentimientos reprimidos en la situación original, se manifiestan en comportamientos internos. A todo ello se añaden recuerdos selectivos para formar un sistema cerrado, a través del cual la persona vive su existencia. Este sistema cerrado se llama guión.

La mayor parte de las decisiones de guión reencontradas en terapia se remontan a la primera infancia: el niño no conoce las diversas posibilidades de vivir en el mundo. Nuestra definición no excluye, no obstante, ningún estadio de desarrollo de la persona. El guión puede formarse cada vez que la persona está sometida a presiones que restringen su percepción de las opciones y de las alternativas de existencia y de acción. Pienso que en cada ciclo de la vida, cada uno de nosotros se encuentra ante elecciones. El abanico de opciones que permite satisfacer nuestras necesidades puede entonces encontrarse limitado por restricciones exteriores. En este caso nuestras decisiones, incluso las mejores teniendo en cuenta las circunstancias y el problema inmediato, corren el riesgo de limitar nuestra espontaneidad y nuestra flexibilidad en la resolución de los problemas y en las relaciones. En realidad, un plan de vida decidido bajo presión tendrá casi siempre efectos nefastos sobre el crecimiento de la persona.

Desde esta óptica, la curación del guión tiene lugar si la persona puede libremente tener con los otros contactos plenos, y superar los problemas sin ideas o planes preconcebidos que limiten la interpretación de la situación y la elección de comportamientos o, dicho de otra manera, cuando aprecia la unicidad de cada experiencia y la percibe interiormente, a la vez visceral e intelectualmente, como una ocasión de aprender y de crecer.

El nivel comportamental de la curación

En el nivel comportamental, la curación significa que la persona ya no se entrega a comportamientos ligados al guión. Si por ejemplo éste exige que se sienta “incomprendida”, el trabajo terapéutico en este nivel, que se designa igualmente con el término “control social”, puede consistir en estimular a la persona a experimentar lo que piensa y lo que siente, y a cambiar de estado del yo para que el oyente comprenda claramente lo que siente. Las explicaciones sobre las transacciones ocultas y de doble fondo (ulteriores), y sobre su utilización en los juegos, tienden a suministrarle la información necesaria para conseguir una comunicación clara y eficaz. En este nivel, la persona está curada si inicia un nuevo comportamiento mediante el cual el oyente la comprenda de forma continuada. Son particularmente apropiados los contratos de cambios específicos.

Englobo igualmente en este nivel comportamental las fantasías y los sueños de la persona. Para mi, la imaginación es un comportamiento interiorizado que se produce en la zona asociativa del córtex sin expresarse con la zona motriz. Las fantasías y los sueños pueden ser un medio de poner en marcha el guión, sin ningún comportamiento observable o relacional. Es importante que el terapeuta sea consciente de ello. El guión puede no manifestarse en comportamientos aparentes y externos de la persona cuando ella está consciente, y continuar apareciendo de forma inconsciente en los sueños o fantasías, produciendo un reforzamiento de la creencia: ”Soy incomprendida”. La curación comportamental no se detiene en las actuaciones de guión manifiestas, como las que aparecen en el vocabulario, las construcciones de frase , las expresiones o los gestos. Ella implica también que los procesos activos en los sueños y en la imaginación no sean ya determinados por las creencias del guión y cesen de reforzarlo.

La curación intrapsíquica

El comportamiento es la manifestación del proceso intrapsíquico. Considero, como consecuencia, que una terapia preocupada por curar el guión no puede limitarse al nivel comportamental, sino que debe tomar en consideración los niveles cognitivos y afectivos. Continuamente, los sentimientos reprimidos en el momento de la decisión de guión (sentimientos primales) estimulan las creencias que se derivan de esta decisión y recíprocamente. Es esta circularidad no consciente la que alimenta el proceso intrapsíquico del guión. Aquí, la curación se obtiene por diversos métodos de descontaminación y de desconfusión. En el nivel cognitivo, la persona ya no está contaminada por sus creencias de guión, cuya puesta en funcionamiento limitaba su marco de referencia. Por ejemplo, cesa de definirse como “no amable”, o de percibir el mundo como un lugar trágico, o de considerar a los otros como indignos de confianza. Correlativamente, en su marco de referencia nada le impide abordar cada experiencia a partir de una visión flexible de sí mismo, de los otros y de la calidad de vida. En el nivel afectivo, la curación consiste en vivir los sentimientos reprimidos desde la decisión de guión.

El desarrollo del guión

Para comprender el nivel intrapsíquico de la curación, considero el desarrollo del guión en el niño pequeño. Si éste, después de restricciones parentales o de un traumatismo ambiental, no recibe lo que necesita, siente una presión o una tensión. Su organismo reacciona expresando las emociones apropiadas para atraer la atención de los otros hacia sus necesidades insatisfechas y obtener así satisfacción. Si esta expresión no tiene lugar y, de hecho, la necesidad subsiste, el niño permanece insatisfecho. El resultado es una gestalt abierta. En el estadio de las operaciones concretas (estadio preoperatorio), en el ‘cierre’ interviene un proceso de mediación cognitiva. Simbólicamente, el niño reemplaza las necesidades insatisfechas y los sentimientos concomitantes con un ‘cierre’ cognitivo. Cierra cognitivamente la Gestalt formulando una razón por la que su necesidad no ha sido satisfecha (“Hay en mi algo que falla”). Esta formulación cognitiva es la decisión de guión. Por ella, el niño tiende a protegerse suprimiendo la necesidad y los sentimientos ligados a ella evitando así la incomodidad permanente de una necesidad insatisfecha. Esta explicación, al igual que la reacción fisiológica asociada, cualquiera que sea, no colma la necesidad. La gestalt que tiene lugar con los sentimientos que la acompañan, se cierra sólo de manera secundaria. Es esta gestalt fijada la que constituye el nudo intrapsíquico del guión. Puede ser que el niño cree también una ilusión que embellezca la decisión de guión, la justifique y la vuelva más aceptable. Posteriormente, esta ilusión persiste en la vida como una fantasía.

Imaginad un niño pequeño que, en un momento concreto, tiene necesidad de afecto y que, por diversos motivos, no lo recibe de quienes le cuidan. Si el ambiente no le proporciona apoyo para expresar sus sentimientos hasta que su necesidad sea satisfecha, puede tratar de reconfortarse a sí mismo suprimiendo sentimientos y necesidades. Entonces decide: “Algo falla en mi” y “No obtendré lo que quiero”. En este instante, estas decisiones de guión constituyen sin duda la reacción más eficaz que el niño puede tener para protegerse del malestar. A pesar de ello, por el hecho de no satisfacer la necesidad primaria, constituyen una gestalt fijada, una serie de creencias rígidas que, años más tarde, limitarán su marco de referencia. Esta estrechez de perspectiva y las restricciones comportamentales que se derivan de ello constituyen el guión de vida.

Cerrar la Gestalt

En el nivel afectivo, la curación consiste en liberar emociones reprimidas. A partir de ahí, estas emociones ya no estimulan en lo intrapsíquico las antiguas creencias del guión. La persona es libre para sentir sentimientos propios de la situación actual, y para utilizar lo que siente como fuente interna de información y energía. En terapia, esto puede hacerse mediante redecisión y desconexión de los elásticos: se trata de crear un entorno en el que la persona pueda experimentar emociones inhibidas en la situación original, necesarias para cerrar la gestalt. Esto puede ocurrir en la realidad de la vida cotidiana o en la imaginación, armonizando en este plano lo que no se ha obtenido en el original. A partir de ahí, las necesidades no satisfechas y los sentimientos primales conexos, es decir los que han sido reprimidos en el momento de la decisión de guión, ya no dominan el primer plano de las percepciones internas: la gestalt se ha cerrado y puede haber nuevas experiencias en el primer plano.

Expresando las emociones reprimidas y las necesidades conectadas, muchas personas toman conciencia de las decisiones sobre ellas mismas, sobre los otros o sobre la vida, a las que todavía se enganchan en el momento actual bajo forma de creencias de guión. Es el nivel cognitivo del guión. Para cambiarlo, un paso importante consiste en reconocer que estas creencias emanan de decisiones tomadas antaño para protegerse del malestar producido por las necesidades no satisfechas. A la luz de la realidad actual, la persona puede entonces tomar nuevas decisiones, que le permitan ver con otros ojos la vida, a los otros y a ella misma, y sobrepasar la perspectiva que tenía en la situación en que adoptó su guión. En el nivel cognitivo, la persona está curada si las creencias allí integradas ya no constituyen una limitación nefasta.

Fijémonos que, en su contenido, las creencias de guión, como “Estoy sólo”, pueden corresponder a la realidad: “Estoy sólo”. Hay una diferencia: las creencias de guión son inhibidoras, mientras que aceptar la realidad como tal no solo no limita a la persona, sino que le proporciona una libertad que le permite superarlo.

Los guiones somáticos

Una terapia limitada a los niveles intrapsíquico y comportamental descuidaría los aspectos fisiológicos, siempre presentes, del guión. Al contrario, como la rigidez corporal es una limitación de la persona, estos aspectos constituyen un objetivo importante dirigido a curar el guión. La mayor parte de las decisiones de supervivencia descritas por los diferentes autores, incluidos los tratados aquí, son de naturaleza cognitiva: son decisiones tomadas o reformuladas después de que el niño haya adquirido un cierto dominio del lenguaje y una comprensión, por lo menos simbólica, de las causas y de los efectos. Antes de este nivel de desarrollo intelectual, pienso que el niño pequeño, todavía en el estadio sensorio-motor, forma un guión en el nivel fisiológico. Si afronta una situación traumática, si se somete a mandatos o, si de una forma u otra, sus necesidades no son satisfechas, su cuerpo produce una reacción autoprotectora, que se graba en los tejidos y constituye un proceso de guión. Esta reacción de supervivencia es una defensa muscular y/o química frente a lo que percibe como una amenaza. La persona cubre en el nivel fisiológico la necesidad no satisfecha para obtener un cierto bienestar, al precio de una inhibición o de un silencio impuestos al cuerpo para suprimir la sensación de necesidad y las emociones conexas. Es el origen de lo que Wilhelm Reich ha denominado la “coraza caracterial”.

Esta reacción fisiológica es la base primera del guión en la primera infancia. Está presente también en toda situación en la que se asume un guión. Por definición, el guión limita a la persona. En mi opinión, una decisión o una reacción de guión se acompaña siempre de la inhibición o restricción somática correspondiente. Cuanto más pequeño es el niño y más grave el traumatismo, más fuerte es la reacción fisiológica.

Estas reacciones fisiológicas de guión dejan en la persona huellas muy parecidas a las de un condicionamiento. Constituyen el guión somático. Este está en el origen de numerosas enfermedades físicas. La curación del guión en el nivel fisiológico es soltar las tensiones, la “coraza” y las restricciones internas que inhiben a la persona y le impiden vivir, en su cuerpo, una vida plena y cómoda.

Los cambios en el guión corporal saltan a la vista: el porte es más relajado, los movimientos más libres, la energía más radiante. El peso medio corresponde a la estatura. La persona se siente llena de vitalidad, de soltura y bienestar.

Trabajando el guión corporal, mi objetivo es hacer pasar la energía al tejido que ha sido inhibido y endurecido en el momento de la represión de las necesidades insatisfechas y de los sentimientos primales. Esto puede ser una puerta de entrada hacia el nivel intrapsíquico, o un paso terminal en el tratamiento de una limitación particular inherente al guión. Los métodos a utilizar son los que llevan un cambio somático: mensaje profundo, relajación, régimen apropiado, y todo ejercicio o actividad recreativa que faciliten el flujo de la energía y el movimiento del cuerpo.

“Nuevas tomas de contacto (recycling)”

El camino de la curación se puede volver a pasar una o varias veces por el mismo punto del guión antes de que la persona se libere. Es el aspecto homeostático o elástico de éste: cada vez que las presiones de la vida reavivan las necesidades insatisfechas y las emociones presentes en el momento de su formación, lleva de nuevo a la persona a sus antiguos hábitos. Este “nuevo contacto” puede indicar que un nivel de curación del guión ha sido descuidado: por ejemplo, queda por hacer un trabajo emocional o corporal, aunque los cambios cognitivos y/o fisiológicos se hayan cumplido.

La perspectiva aquí presentada articula los tres niveles intrapsíquico, somático y comportamental. Implica una relación recíproca entre los cambios en las emociones y los procesos cognitivos, en el comportamiento y/o en el funcionamiento del cuerpo. Cuantos más niveles integre el terapeuta en el tratamiento, más posibilidades tiene de curar el guión.

Más allá de la curación del guión

Como proceso de crecimiento y desarrollo, la terapia no tiene fin. Si se centra en la curación del guión, se termina cuando desaparecen las inhibiciones comportamentales, intrapsíquicas y fisiológicas que restringen la espontaneidad y limitan la flexibilidad de la persona en la resolución de problemas y en las relaciones. Más allá del guión se abre el espacio del crecimiento personal: superar con éxito los recodos del desarrollo, dejar expandir su creatividad, comprender el sentido de su vida y crecer psíquica y espiritualmente.

En mi marco de referencia, la curación del guión me lleva a mi definición del estado OK: es la creencia, y el bienestar que le acompaña, de que, en cualquier cosa que me ocurra, por mala que sea la situación, la experiencia que me espera me permitirá aprender y crecer.