Os transcribiré una anécdota que
relata James:
Una recién casada sirvió jamón
cocido al horno y su marido le preguntó por qué había cortado los dos extremos.
Ella le contestó: “pues porque mi madre siempre lo hizo así”.
Cuando la suegra les visitó, él
le preguntó por qué cortaba los dos extremos del jamón. Ella le contestó: “porque así lo hacía
mi madre”.
Y cuando la abuela los visitó, él
le preguntó a ella también por qué cortaba los dos extremos del jamón y ella
contestó: “porque esa era la única manera de que me cupiera en la cazuela” (James, 1971/1975, p.97).
A veces aceptamos ciertas creencias por el mero hecho de provenir de
personas significativas para nosotros. Aceptamos una verdad que no comprobamos,
que no masticamos. Para alcanzar la autonomía Steiner
propone la “rebeldía” o liberación de las leyes o creencias que hemos asumido
como verdad sin masticar. Las personas podemos aprender a buscar nuevas maneras
de pensar y actuar en consecuencia abriéndonos a nuestro potencial, discutiendo
y desafiar nuestras creencias tomando en cuenta nuestras necesidades reales y
las posibilidades del ambiente, buscando nuevas estrategias, ... sin sentirnos
culpables, avergonzados o angustiados por ellos. Tenemos, por tanto, permiso
para pensar, actuar, sentir y comunicarnos de la manera que consideremos
más apropiada a la realidad.
Así permiso, puede ser una licencia
que hoy te das, que hoy me doy, para actuar con autonomía, una autorización
desde mi Adulto para desobedecer un requerimiento parental, o de cualquier otra
figura significativa (previamente percibido como insano en los apartados
anteriores, por ejemplo) si estás dispuesto, quieres y puedes hacerlo, y que te
liberará a tu desarrollo personal sano. Si aceptas este primer permiso, quizás
puedan aparecer las necesidades de otros permisos. Así hoy me doy el permiso de
no hacer las cosas perfectas (se perfecto), de no tener que complacer a los
demás (complace), de sentir (no sientas), de confiar (no confíes), ...
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