sábado, 16 de marzo de 2024

Palabras son musas

 Se deslizan las musas por el filtro de mi conciencia. Me visitan y se encarnan, moviendo mi brazo. Dando forma a palabras que me encuentran y que ya estaban esperando dar cuerpo a algunas verdades.


Bajan para dar belleza y sentido a las pulsaciones internas que quieren latir fuera. Revelan sencillamente palabras que soy como consciencia en este momento.

No vienen para imponerse sino para colaborar en sintonia conmigo. Me visitan pidiendo permiso, amables a mi estancia y filtrando sabiduría por las ranuras del silencio completo para las que doy cobijo.

Se condensan generosamente a mi propia frecuencia. Fluyen como la respiracion cuando no se la empuja ni se la hace entrar por obligación. Precisan de mi dejarlas entrar y salir. Ese es el pacto.

Las palabras llegan a ser universales cuando llegan a todos lados con similar fuerza desde la que salen.

Lo mas profundo es la piel

 LO MÁS PROFUNDO ES LA PIEL



“Que tiempos serán los que vivimos, que hay que defender lo obvio” (Bertholt Brecht)


“A flor de piel” es una manera de contar la experiencia cuando se siente completamente en todo el cuerpo. Emanando a la superficie por donde aflora y se asoma hasta la piel.


“Los bellos de punta” apuntan y describen a las personas con tendencias espontáneas a aflorar a la piel su mas esencial adentro. La sensibilidad. Aquella que nos parece mal en la edad adulta, que nos humaniza al ver a un niño y a la que queremos volver para sentirnos vivos.


Los herederos y buscadores de la sensibilidad, tienen la doble capacidad de desbordar su profundidad y de poder captar al mismo tiempo por sus sentidos algo más allá de lo visible o audible. Lo siente en la piel. Lo captan y la muestran naturalmente.


Todo humano es portador de esta capacidad esencial. Si se desea movilizar o captar la verdadera esencia de alguien o propia hay que movilizarla. Se debe buscar en el encuentro los puntos más susceptibles de maxima captación y exposición.


En la frontera donde asoman interior y exterior. Allá donde el ser sensible sabe reconocer lo que está apunto de emerger a la conciencia.


Así, Ser Sensible es desarrollar tal nivel de conciencia que todo se vuelve posible de atender, entender y pretender. Los temas sensibles a la conciencia son experiencias que el cuerpo pone a disponibilidad del darse cuenta para ser reconocidos, asimilados y movilizados.


Algunas palabras dignas para la memoria están esperando emerger a flor de piel para nombrar lo no consciente (aquello que “tengo en la punta de la lengua”.


Ser sensible y vivir al borde de la piel es ser capaz primero, de experimentar sensaciones, emociones y estados más allá. Es ser capaz de detectar lo imposible de nosotros y el mundo que nos rodea para hacerlo posible. Es ser receptivo a determinados aspectos de la realidad


Ser sensible es, Segundo, ser propenso a expresar emociones, pensamiento y acciones de un peso muy esencial. A la persona le nace sólo ser así. Esponerse sensiblemente a lo inevitable de ser expresado.


De ahí su delicadeza, de ahí que sea la capacidad más atesorada de cada uno, la más sensible a ofrecer sin dejar de mostrarla. Y de ahí el valor que para mi tiene el contenido y la forma de lo vulnerable.


Desde la persona a la que le molesta un olor o una música, como la que llora viendo una película. Su sistema nervioso está ahí movilizando la memoria.


“Me afectan las luces brillantes”, “me da angustia que haya gente”, “me gustaría no sentir nada, sería más feliz”, etc nos cuentan que esas personas tienen una alta sensibilidad a matices y sutilezas por las que han sentido un dolor o se sienten extremadamente vulnerables.


Nuestra aversión a tocar la suciedad, a pisar la arena, a ser tocados o tocar, ... son argumentos de piel. Manifiestan nuestros caminos criticados o repudiados. No nos gusta ser así y al mismo tiempo no podemos dejar de serlo.


Me he dado cuenta que la aparente insensibilidad encubre momentos vividos de extrema sensibilidad y, habla sobre todo, de una gran vulnerabilidad. De alguna manera es el camino que nos posibilita desbordarnos a lo desconocido y al mismo tiempo, lo doloroso y lo rechazado.


La sensibilidad es una riqueza de valor incalculable cuyo dueño no duda en regalar generosamente. Ser sensible no es una deuda o un error que pagar a la vida sino la capacidad de alcanzarla. Tocarla de lleno y el verdadero rastro de lo vivido.


Creo que todo ser humano es capaz de ir más allá. ¿Más allá de que? De si mismo. ¿Y en ese más allá que hay? Más allá. Desarrollar la capacidad de ir más allá de lo que pienso, de mis conceptos, de lo que siento, de lo que hago y lo que conozco. Es precisamente hacia el lugar a donde apunta la sensibilidad. Más allá


La flexibilidad de la piel, su alcance y capacidad de estiramiento nos devuelve nuestro conocido poder olvidado. Todas las arrugas marcan lo vivido, los senderos de una vida experienciada. Es nuestra vida atesorada.


Nuestro rastro está en nuestro rostro y, en nuestras manos, las arrugas diseñan sólo el mapa de lo vivido. Esas manos que crearon y recibieron, músculo a músculo, pliegue a pliegue, articulación a articulación todo alcanzado.


Es una energía que resalta en la cara, que se sale sin permiso en los gestos. Es la variable extraña de la ecuación. Una sonrisa en la comisura de los labios. Un llanto que anuncia aparecer en el temblor de la barbilla, .... Todo lo que es digno de ser nombrado esta ahí, desbordándose a través de la piel, cruzando la frontera. Sensiblemente disponible.


Los recuerdos “a flor de piel” son caminos inconscientes al dolor y a los traumas, al mismo tiempo que nuestros éxitos. Pertenecen a lo que asoma junto al dolor o la satisfacción. Son sus flores cuando la terapia, el encuentro profundo o cualquier otro encuentro con significado son dignos de pasar a la conciencia


La seguridad que nos aporta la piel optimiza la vivencia del entorno. Nos da soporte y vida para explorar más vida. Siempre “Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos” (Neruda)


Colorados de vergüenza, blancos del susto, piel de gallina o rostro de satisfacción son respuestas químicas que desde lo más profundo del ser viviente asoman a la superficie. Más allá. Ampliando los adentros hasta alcanzar al otro y al mundo. Deslimitadas


Sigo sintiendo que secuestrar, negar o prohibir la sensibilidad es una manera de negar nuestra posibilidad de crecer. Precisamente es el camino y el alcance al que hemos llegado como humanidad.


Transmitir nuestra sensibilidad requiere transparencia y franqueza. Sin embargo, esto parece “herir sensibilidades”. Por lo que debemos aprender a expresar coherencia entre lo de dentro y lo de afuera y, al mismo tiempo, no dejar de ser auténticos.


Si partimos de la hipotesis, que “todo el mundo desea por naturaleza saber o aprender” podríamos decir que la sensibilidad interpersonal o hacia el mundo en el que cohabitamos desembocará en la empatía y la comprensión profunda o conexion. Aceptada, trabajada a fondo y mostrada libremente acabará en la sintonía.


Las personas sensibles nos proponen “siendo como son” los límites ampliados al resto. Por eso, pueden ser reconocidos desde la humildad, en su grandeza. Acabaremos aceptando la delicadeza como una nueva humanidad. Más ancha y sensible de conciencia.