domingo, 3 de noviembre de 2013

LEYES QUE MANIPULAN EL INTERCAMBIO LIBRE DE CARICIAS







Claude Steiner (1974) propuso una teoría para describir como la sociedad ha elaborado un sistema de controlar a las personas e inducirlas a competir en dar y recibir caricias en vez de cooperar. Desde la infancia se establecen en las familias una serie de normas en el intercambio de caricias (positivas) basadas en el MITO (conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se convierten en prototipos) de que las caricias se agotarán si se intercambian libremente. A través de esta regulación en el intercambio de caricias se crean normas, implícitas o explícitas, que se interiorizan en forma de MANDATOS (pautas autolimitadoras) y las decisiones de supervivencia correspondientes para ser aceptados.
Según Steiner, estas LEYES DE LA ECONOMÍA DE LAS CARICIAS que limitan el intercambio son:
o NO DES LAS CARICIAS QUE TENGAS PARA DAR. Nos decimos cosas como: “para que se la vas a dar si nunca la recibe”, “dejaré de quererte para que te des cuenta de que estoy aquí”, “paso de ayudar a los demás, a mi nadie me ayudó”, etc
o NO PIDAS LAS CARICIAS QUE NECESITES. Interrumpimos el fluir de las caricias con afirmaciones como: “para que voy a hablar con ella, si es que no escucha”, “siempre me hace lo mismo, quiero que esté con los niños más tiempo, lo hace durante unos días y después vuelta a lo mismo”, “se lo voy a pedir pero luego ocurrirá lo de siempre, que no estará. Entonces para qué”, etc
o NO ACEPTES LAS CARICIAS AUNQUE LAS QUIERAS. Este filtro se observa en frases como: “viene a darme besos, ¡algo querrá!”, “A.- gracias por ayudarme, B.- no importa, tampoco es para tanto”, etc
o NO RECHACES LAS CARICIAS AUNQUE NO LAS QUIERAS. Es muy común encontrarse con situaciones como: “Ana.- no para de decirme que no valgo para nada y no me deja hablar, Terapeuta.- ¿y tú que le dices?, Ana.- nada, mejor me cayo para que no se enfade”, etc
o NO TE DES A TI MISMO CARICIAS. Uno de los mitos más escuchado en esta ley es: “no te des caricias a ti mismo, eso es de egoístas”
El efecto de estas reglas es que las personas son prevenidas de acariciarse libremente unas a otras y hacerse cargo de su necesidad de caricias. Como consecuencia la mayoría de los humanos viven en un estado de hambre de caricias en el cual sobreviven con una deficiente dieta de ellas - de manera similar a las personas que están hambrientas de comida- y se pasan gran cantidad de tiempo y esfuerzo tratando de satisfacer su hambre de caricias. La ESCASEZ de caricias y el hambre insatisfecha de caricias hace, a las personas insatisfechas, más fácilmente manipulables (Steiner, 1989). 

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