viernes, 6 de diciembre de 2013

Yo soy Yo y Tu eres Tu, me entusiasma que Tu también existas y estemos juntos hoy aquí, coexistiendo

Yo soy Yo y Tu eres Tu, me entusiasma que Tu también existas y estemos juntos hoy aquí, coexistiendo

Sentirnos comprendidos y en contacto implica más que el mero hecho de que alguien conozca el significado lógico y racional de nuestras respuestas. Implica que sepan cómo nos sentimos, que sensaciones se abren, que fantasías aparecen y que percibamos que resuenan con ello.

Más allá de una simple simpatía, e incluso, un momento de empatía, la SINTONÍA es un contacto pleno, complementario y sano, que posibilita la armonización de nuestras hambres más insatisfechas en plena sincronía a nuestro momento evolutivo y personal.

Me gusta saber que la relación terapéutica es como un acompañar al otro con respeto y sin forzar, un poder acariciar al otro haciéndole llegar un “¡QUÉ BUENO ES QUE EXISTAS!”.

Jesús Cuadra utiliza una metáfora que desde que la aprendí, la suelo usar en terapia. Describía la validación y la sintonía como un proceso de acompañamiento donde el paciente va siempre un paso por delante al terapeuta y donde éste pueda sentir su presencia cercana, motivante, inspiradora, ... como cuando se está encima de una tabla de surf. Si el paciente está en lo alto de la ola, la mejor manera de sintonizar es montarnos en la tabla con él.

Validar es dar valor y fuerza a la presencia de los demás, al hecho mismo de que han llegado a las insatisfacciones y los placeres de su vida, no por casualidad. Si la terapia es un proceso de caricias a las que el paciente no está acostumbrado y además necesita en lo más profundo de su ser, la valoración es el gesto que testifica amorosa y respetuosamente que tu eres importante para mi al mismo tiempo que yo soy importante para mi.

Este amor respetuoso se alimenta en la relación terapéutica. Nace de poder ver al otro como una persona, y para poder apreciarlo en todas sus dimensiones hay que percibirlo desde nuestro propio Yo, respetuoso de Sí mismo, autentificado en el otro respetuosa y amorosamente.

Amorosa y respetuosamente son palabras muy comprometedoras, pues implican la responsabilidad de involucrarse con el otro que nos está invitando a entrar a su casa, a su vida y bajo sus condiciones.

Por lo tanto, el terapeuta necesita ir preparado con sabiduría para lo que es válido y lo que no es válido en la terapia, sin dejar de comprender profundamente lo que es valioso para el paciente y para sí mismo.

Y es desde esta nueva mirada (yo soy valioso, tu eres valioso y nuestro encuentro es valioso), que llegamos a una nueva dimensión de la relación saludable en donde el sufrimiento, las ansiedades, los fracasos, los sueños, anhelos, miedos, frustraciones... son reconocidos, acogidos, valorados, ... generando la confianza en los propios recursos internos para crecer y desplegar las alas para encontrar nuevos caminos.

Aquí es donde con amorosa presencia, el terapeuta hace llegar su compañía más que su manipulación, su intuición comprobada y compartida más que su poder sobre los demás, despejando sus intenciones y poniendo a la misma altura las necesidades del que consulta, teniendo fe en sus capacidades, creando oportunidades de encender los motores de las vivencias de apoyo, frustración, permanencia, determinación y de expresión espontánea y auténtica, para ir recorriendo el camino desde la dependencia hasta la colaboración o interdependencia sana y aprendiendo a navegar en distintos mares donde ambos dirigen sus propios barcos exitosamente.

Al ser el amor recíproco y compartido el germen del reconocimiento mutuo, es provechoso y rentable no sólo para el que recibe sino también para el que da, entonces se genera un proceso de desarrollo mutuo donde está permitido vivir el riesgo de ser tierno, alegre, y al mismo tiempo determinante, energético y displaciente. Todo ello compartido por un permiso de profunda vinculación con el otro y contagiando al otro de nuestra admiración, aprecio, consideración y dignidad como persona y al mismo tiempo poder.

La conclusión a la que nos lleva inevitablemente la sintonía compartida o la actitud sintónica de la relación terapéutica, y las relaciones en general es: el ENCUENTRO HUMANO puede ser siempre una invitación a celebrar las diferencias y poder decir sin tapujos, “Yo soy Yo y Tu eres Tu, me entusiasma que Tu también existas y estemos juntos hoy aquí, coexistiendo”.

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