sábado, 31 de marzo de 2012

HOLA MUNDO…, TE PUEDO VER, OIR, TOCAR, ESCUCHAR Y SABOREAR, … PERO NO SE COMO CONECTARME A TI



Podríamos decir que el autismo es un ensimismamiento profundo, un repliegue de la persona sobre y hacia sí misma, y un egocentrismo particular donde la persona que lo padece no parece necesitar a los demás y se separa de la realidad.

La sociedad actual está viéndose mermada en capacidades como el contacto ocular (mirada perdida, volátil y ausente), la expresión facial y los gestos reguladores. Se ha apostado por la vida programada y estereotipada, con una disminución de la espontaneidad para compartir disfrute, intereses y vivencias. La emocionalidad y la reciprocidad social han pasado a un segundo o tercer plano de las escuelas y las familias, dando paso al interés exclusivo por los objetivos curriculares, los niños perfectos y el control.

En la educación familiar, escolar y social hay más “programas estereotipados” que juego realista, espontáneo e íntimo, más preocupación absorbente por los objetos y el conocimiento, que por las personas y la convivencia, más rutinas inflexibles y rituales específicos, que libertad de acción, alegría o creatividad.

A veces no sé si estoy hablando del autismo como patología o como oportunidad. Siento que el autismo es una invitación a las escuelas y a la sociedad a la pérdida del niño “normal” que los padres y maestros deseaban y esperaban tener. El autismo no es un resfriado, es una “forma de ser” de la que partimos y a la que nos dirigimos sin darnos cuenta.

Estamos convencidos y convenciéndonos de que es mejor vivir egocéntricamente que con-por-para los demás, de que la tecnología viene a solucionarnos la vida aunque nos la desvirtúe y nos saque de lo real. Nos estamos alejando de lo auténtico para acercarnos a los virtual y programado. Nos estamos acercando a los que están lejos y alejando de los que están cerca. Ya no tenemos que hacer planes con nuestros hijos, podemos olvidarnos de las salidas al parque, de las visitas de los amigos y de las conversaciones personales para saber como nos sentimos. Para eso está la wi, la psp, la nintendo, el facebook, el twenti, la televisión y el internet.

Sin darnos cuenta estamos creando una sociedad de autistas, y el fantasma del espectro autista está creciendo cada día en nuestros hogares y colegios con más casos por año de TEA (Trastornos del Espectro Autista), niños con TDAH (hiperactivos y desatentos), Trastornos Bipolares (emocionalidad lábil), etc. Como autistas vivimos desconectados y desintegrados, en una sociedad que no concilia la vida familiar, laboral y educativa, por eso padres, niños y maestros andamos enfurruñados en conflictos insensatos de convivencia.

El autismo ya no es una pared impenetrable sino el signo bio-psico-social de que algo anda mal, de que los educadores sociales estamos asumiendo la existencia de un sistema de señales compartido del cual los niños no participan (como alguien que no entiende nuestro idioma), y cómo el niño no responde de forma estándar, entonces damos por hecho que el problema es él.

Quizás tengamos que dejar a un lado la seguridad de lo conocido y adentrarnos en un nuevo país, más básico aunque olvidado. Quizás es la hora de retroceder a un idioma más básico y más profundo, el del corazón en las manos, en la mirada, en los oídos o el de la piel. Quizás hemos olvidado vernos, sintonizarnos, sincronizar nuestros ritmos y tiempos para estar juntos. Puede que haya llegado la hora de  aceptar que el autismo es el símbolo de una sociedad desintegrada, dispersa, que no sabe comunicarse ni sintonizar con las personas que están cerca de él, de emocionarse y participar de una vida compartida que necesita salir de su ensimismamiento profundo donde cree no necesitar nada de nadie para abrirse a latido de un corazón ansiado de cuencos (hogar, escuela, …) que lo contengan, lo alienten, lo reconozcan y los encienda.

Dicen de los autistas que son como “extranjeros en cualquier país”. Hoy es el día mundial del Autismo, 2 de Abril. Para algunos una tragedia, para mí una oportunidad y una invitación a conectarme con lo que más a mano tengo, las personas y los acontecimientos que la vida me ofrece a través de mis sentidos. Hoy es un buen día para “volver a casa”.


José Luis Fernández Luján
2 de Abril de 2012

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